lunes, 28 de noviembre de 2011

El peaje de los elegidos

El solista


Dirección: Joe Wright. Año: 2008.
Duración: 117 min.
Interpretación:
Jamie Foxx (Nathaniel Ayers), Robert Downey Jr. (Steve Lopez), Catherine Keener (Mary)


  No hace mucho murió el hombre que inspiró “Rainman”, película que quizá sea el ejemplo más conocido de un innombrado subgénero cinematográfico: aquél que retrata a genios asociales, precisamente a causa de su genialidad, por lo general aquejados de problemas psiquiátricos (como John Forbes Nash Jr, cuya historia se convirtió en “Una mente maravillosa”. El cine ama a estos personajes reales por lo que tienen de extraordinario y atormentado, a caballo entre el cielo y el infierno.

  El periodista en crisis Steve Lopez  busca material para su columna cuando, tras un accidente, encuentra a Nathaniel Anthony Ayers, que había sido un prodigio de la música clásica, pero que ahora toca el violín en las calles de Los Ángeles. Mientras Steve se esfuerza en ayudar al sin techo a recuperar su vida, nace una amistad única que cambiará la vida de ambos.

  Nos encontramos ante una historia tópica y bienintencionada, muchas veces vista y tan fácil de ver como de olvidar, que debe su principal baza al buen hacer de sus actores protagonistas: un Robert Downey Jr. siempre creíble y entregado y un concienzudo Jamie Foxx sabedor de tener en sus manos un papel jugoso y oscarizable, a pesar de que la cinta haya pasado desapercibida en su distribución internacional y llegue con retraso a nuestras salas. Tampoco nos olvidamos del solvente trabajo de los secundarios, encabezados por Catherine Keener, que nunca será lo bastante reconocida, y por la verdad que aportan las interpretaciones (si podemos llamarlo así) de los enfermos mentales que conforman la comunidad en la que el músico ha de vivir, habilitada por los servicios sociales. El resultado habría sido muy anodino de no ser por la eficiente dirección de Joe Wright, aquí menos inspirado que en sus películas anteriores como “Orgullo y prejuicio” y “Expiación”, quizá por tratarse de una película de encargo; pero que ha sabido rodearse de su excelente equipo para elevar el nivel de la cinta, labor en la que tiene una gran importancia la banda sonora de Dario Marianelli, con permiso de Beethoven.

  Aún así, se agradece una historia de amor masculino, sin ninguna otra connotación más que la de plasmar una amistad sincera y profunda entre dos hombres que se demuestran su afecto y no temen decirse que se quieren. 


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