sábado, 3 de diciembre de 2011

LA NIEBLA (Esto es el fin)


Título original: The mist.
Dirección: Frank Darabont.
Duración: 127 min. 

Interpretación: Thomas Jane (David Drayton), Marcia Gay Harden (Sra. Carmody), Laurie Holden (Amanda), Andre Braugher (Norton), Toby Jones (Ollie).


  “Para empezar, diré que es el final” reza una canción de M-Clan, perfecto arranque para criticar esta película, la última adaptación al cine de un relato del prolífico escritor Stephen King, a manos del director que más y mejor lo ha llevado a las pantallas, como en “La milla verde” y “Cadena perpetua”. Porque, al contrario que las anteriores, ésta no es una buena película; pero, eso sí, tiene uno de los mejores y más desoladores finales que se han visto en una sala de cine. Ése es su principal (y casi diría que único) aliciente.

  En un pequeño pueblo estalla una violenta tormenta que termina tan bruscamente como comenzó. Entonces aparece una espesa niebla que va atrapando a todo aquel que se adentra en su oscuridad. El argumento, a priori, es atractivo, pero la irrupción al poco tiempo de un monstruo poco creíble salido de la niebla, y el tono telefílmico para retratar a un feliz padre de familia americano, de esos que llaman “campeón” a su hijo, nos sitúa ante una película palomitera para quinceañeros con poco criterio. Está bien dirigida, como no podía ser menos viniendo de un buen director como es Darabont: llega ser entretenida gracias al ritmo y la tensión con la que narra las peripecias de los lugareños atrincherados en un centro comercial, pero no consigue dar miedo, sólo asco (términos que muchas películas parecen confundir), dada la proliferación de muertes violentas por desmembramiento y los bichos repugnantes, que son los verdaderos protagonistas del film, sin que importe forzar situaciones para que sean mostrados.

  Un cine basado más en los efectos que en la historia, donde no se ve atisbo de las complejas emociones que aparecían en las películas antes mencionadas. Ni rastro del Frank Darabont que nos cautivó, nos removemos en nuestros asientos augurando el fin de su carrera... Pero entonces, tras hora y media de película, es decir, cuando sólo queda media hora de metraje, la trama toma impulso, interés y hondura cuando se forma un bando entre los vecinos, que atacan a su iguales llevados por el fanatismo religioso y la desesperación, en lo que es un estudio sobre la ruindad y los bajos instintos implícitos en la naturaleza humana en su lucha por la supervivencia.  Es entonces cuando destacan las interpretaciones de los dos principales actores de la cinta: Toby Jones como un sensato tendero y la fanática religiosa que lidera el grupo de sublevados en la piel de una Marcia Gay Harden que, eso sí, llega a ser exasperante.  La inexpresividad de Thomas Jane no supone problema para interpretar el típico papel plano de héroe americano, pero muestra no ser el más adecuado cuando la historia en sus últimos minutos le exige un gran esfuerzo interpretativo.

  Ese maduro y potente final, de un dramatismo desolador, tan diametralmente opuesto al tono general de la película, es sin duda lo mejor. Es un final para recordar. Porque (para terminar también con música), como decían The Doors: “This is the end, my only friend, the end”.


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